Me gusta, de vez en cuando, echar una hojeada a los consultorios sentimentales, e incluso a los comentarios de corte erótico cuando son “Light”. No. No es que esté pensando meterme a sexologa. Puede que a alguno le resulto morbosillo que escriba de estos temas. ¿ Pero, quién, alguna vez, no se ha pasado un buen rato ante la tele en esos programas en los que las personas cuentan sus historias, muchas de ellas, subiditas de tono?
Yo en cambio, encuentro en ellos la mayoría de las veces, historias que me dejan anonadada por las extrañas costumbres de algunas gentes, o simplemente desternillantes por algunas situaciones que se comentan en ellos, cosas extravagantes que se preguntan sin ningún rubor, sin ningún sentido del ridículo. Simplemente me hacen gracia.
En una revista leo lo siguiente: “Nuestra vida está marcada por la dictadura del reloj y por ello también nuestras relaciones sexuales se ven afectadas. Preguntas como qué hacer para prolongar el acto sexual o cuál es el tiempo de duración normal o habitual”.
Es muy encomiable que se pretenda ser un buen amante y dejar un buen recuerdo en quienes comparten con nosotros lecho, sofá o encimera de la cocina (pongamos por caso).
Sin embargo, resulta contraproducente obsesionarse en algo tan relativo como es el tiempo. (ya lo dijo Albert Einstein… y no era sexologo)
Por lo visto, para muchas parejas, el sexo llega a convertirse en una función rutinaria y básica que siempre suele seguir el mismo patrón: directamente al “triqui-traque” de toda la vida... y ya está. Pero lo que mas me sorprende es que la gente tenga carencias en este aspecto, y me sorprende aún mas que se atrevan a airearlo a los cuatro vientos, cuando no, en un programa televisivo de máxima audiencia.
Pero el problema afortunadamente tiene arreglo. Basta con priorizar los prolegómenos. Y utilizar la imaginación, a poder ser con cierta dosis de romanticismo y “savoir faire”… qué no cuesta tanto. Estos abarcan un sinfín de acciones destinadas a favorecer el encuentro. Una cena especial, caricias, susurros o besos son algunos elementos de los juegos preliminares que no sólo favorecen la estimulación, sino la armonía y la complicidad en una pareja. Algo que podríamos llamar “redescubrir” (en algunos casos descubrir).
Los hombres, en esto, suelen ser más rápidos y a muchos todo esto les parece un trámite engorroso que hay que pasar. Como si el romanticismo estuviera reñido con su masculinidad o su hombría.
Por tanto que no os extrañe, que en alguna otra ocasión, comente alguna noticia curiosa, relacionada con este tema, tal y como hizo el peregrino no hace tanto con la historia del taper-sex. Y ya que antes he nombrado a Albert Einstein...¿Sabéis que solía decir?... Pués que su mujer tenía un Gran Físico.
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Tienes mucha razón, a algunos les vendría bien el sillón mágico de Alberto, que guay, casi no tienen que trabajar, trabaja el solito
ResponderEliminar! Coño... que yo no tengo ningun sillón mágico ¡ Que eso era un correo que me enviaron y yo reparti entre los amigos. !! Que mas quisiera yo que saber donde venden el "jodío" sillón ¡¡
ResponderEliminarEl del comentario anterior era yo, el peregrino. No creo que MD diga nunca "coño", "Jodío" y mucho menos que suspire por un sillón con fines sexuales. Y ahora que lo pienso... Hay que ver, estos japoneses lo que inventan ¿verdad? Y es que el tema de la jodienda no tiene enmienda... ni en Japón.
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